El oro de los Dioses – Erich von Daniken


Se trata — en mi opinión — de la historia más increíble, la más inverosímil del siglo. Me parecería una historia de ciencia-ficción si no lo hubiese visto y fotografiado yo mismo. Lo que he visto no es ni sueño ni fantasía, es realidad. Bajo el continente sudamericano existe un gigantesco sistema de túneles, hondamente enclavado, de varios miles de kilómetros de extensión. ¿Quién lo construyó y cuándo? He ahí la incógnita. En Perú y Ecuador se consiguió recorrer cientos de kilómetros de estos túneles, pero esto no es más que el comienzo: el mundo lo ignora todo sobre ellos. Con fecha 21 de julio de 1969, el argentino Juan Moricz depositó en la notaría del doctor Gustavo Falconi, de Guayaquil, una escritura legalizada, firmada por varios testigos (Fig. 1), que le reconocía ante el Estado de Ecuador y ante la posteridad como descubridor de este sistema de túneles.

En una época desconocida y en una lejana galaxia, inteligencias semejantes a las humanas habrían librado una gran batalla.
Los vencidos en aquella batalla huyeron en una nave espacial. Para despistar a sus enemigos, no aterrizaron en un planeta de condiciones optimas, sino en otro menos adecuado donde, como demuestran los dibujos rupestres aducidos por Däniken, hubieron de llevar casco y aparatos de oxigeno durante algún tiempo. Para protegerse, excavaron los grandes laberintos subterráneos y además colocaron en otro planeta el quinto sistema solar, falsas instalaciones y emisoras. Los enemigos cayeron en la trampa y destruyeron brutalmente todo el planeta cuyos restos son los asteroides que ahora vemos. Creyendo aniquilados a los vencidos, los vencedores regresaron a su galaxia. Los vencidos habitaron en la tierra y dejaron aquí los restos de sus gigantescas obras…

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